No puedo explicar lo que me está pasando. A nadie.
El sexo de los santos, me desborda.
Una tenue lujuria cae de la luna, y quiebra el hielo familiar de mi mente.
Las tigresas no duermen, amamantan con sus enormes pechos rosados y
suaves como las plumas de un ganso, algo que yace hirviendo en mi vientre.
Soy el jardín donde crece transparente, una diosa y su corza blanca.