Mediaban entre nosotras una taza de mate cocido y una fresca lluvia de otoño.
El olor de la tierra se desprendía de a poco, como si elevara entre su vapores ese silencio que calma.
-Por qué estás tan seria niña?
-Hay cosas que aunque le de mil vueltas no las voy a entender nunca.
Y no sé si es que no me da la cabeza para hacerlo o qué pasa conmigo…
-Ahh ahí estás de nuevo, tratando de entender, tratando de lucirte!
No te cansas de darte tanta importancia?
Mira…estás aquí para aprender a entregar tu corazón, simple. A entregarlo al Espíritu.
Y si sigues tratando de entender lo único que consigues es cerrarte más!
Toma tu mate cocido y ya. Lo que tengas que saber vendrá, pero deja de ahuyentarlo con tu cabezota!
Observa tu taza y aprende, aprende de tu taza. Aprende a entregarte como la yerba se entrega al agua, sin resistencia…y lo que ES será.
Ella tenía la voz más dulce que pude escuchar hasta ahora…