Ya no acepto fórmulas para tener éxito, porque gracias a mis errores he aprendido que el éxito es algo relativo.
De los fracasos pude elaborar certezas que me han unido más a la vida que al orgullo.
Ya no acepto que se espere de mí estar a la altura de la época;
a la única altura a la que aspiro estar,es a la altura de mi pecho.
Desde ahí escucho a mi corazón desatar cualquier clase de tiranía social,familiar y espiritual.
Si he regresado no es para enterrar mi cuerpo una vez más.
Sino para liberarme de la brutal idea de que alguien puede tener algún poder especial,
para atar mis sentidos, a los hechizos mediocres de este mundo.
No he venido a construir, sino a desarmar cualquier razón que me impida ser la promesa que soy.
Soy la promesa del mar: jineta de olas.