Estar viva de verdad puede ser ofensivo.
Quizá algunos amigos se pierdan en el camino
cuando les digas «no» sin culpa, ni tibieza.
Si exclamas un límite con firmeza
puede ser que alguien que decía quererte,
te juzgue con dureza e intente herirte.
Ya no respondes a sus caprichos,
ya no te conmueven sus quejas o reclamos.
No necesitas hacer nada en especial
para salvarte.
Solo ser verdadera, no buena.
Si eso significa partirte de rabia, no saber,
intentarlo todo y fracasar, cometer errores
es mejor admitirlo tal cual,
que simular tenerlo todo «claro»
porque sos un ser de «luz».
Cualquier tipo de «error» que pueda
existir, no es más que la semilla de una comprensión
en vías de maduración.
Ahí donde la estabilidad se viene abajo,
donde los apoyos cotidianos se rompen,
y las mentiras arden en un fuego salvaje,
justo ahí es donde empezás a sentirte
verdadera por primera vez.