aún
sabiendo que la existencia
es
un vestido prestado que las polillas y el tiempo saben destrozar
cada mañana volvemos a él:
el
dolor
querida
el dolor
quizá
sea la única advertencia honesta de que no encajamos del todo aquí
¡como cuando nos ponemos zapatos dos tallas menos!
y
es
lo único que nos ayuda a no lamentar del todo
su
santísima y trágica fragilidad