La enfermedad, no tiene nada de personal.
Cada enfermedad es una oportunidad trascendente.
Más que sanar el cuerpo, la enfermedad
nos pide sanar la percepción.
La percepción, es en esencia, lo único
que puede sanar, es decir, recibir corrección.
Recibir corrección es dejar de reaccionar.
Recibir corrección es responder, amando.
Amando, con «A» mayúscula.
Esto es liberarse, y liberar a todos.
Libertad que no es personal.