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el día que alejó la música de sus manos
que en sus huesos cayó un hielo
semejante a la culpa vestida de hábitos
cuando cambió el sonido del piano, por rezos de metal
cuando cambió alegría por indolencia,
ese día se partió en dos, en cien, en miles de ruidos sin deleite
y sin deleite
todo el universo enfermó

-el verdadero rezo está en el pulsar del corazón: dios sólo puede hospedarse en un corazón feliz

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