Quiero el éxtasis de las santas y una fiesta. Bailar con Rilke y rechazar a Balzac.
Besar a Eunice con pasión y cabalgar su animal de fuego, hacer magia enochiana con Teresa.
Misa en los labios, misa de miel y yerba buena.
Tomar licor de hadas verdes con Novallis, sentada en sus rodillas y rezar. Somos criaturas rezantes.
Fumar tabaco dulce con Mary mientras observamos a la calandria volverse alimento del roble, sombra del oso.
Regresar a la cocina un rato y hacer caldo de pollo y azafrán para Alejandra, hogar abrigado de lana.
Quiero bungabilias anaranjadas, y que estallen vaginales amaneceres para Emily y Marosa.
De noche, espiar a Ducasse conjurar a Maldoror y discutir con Orfila y Delmira sobre los cisnes y Leda
¿Fue soplo o destino? Y volver al centro del ser y bailar con Martin, Papa Don’t Preach.
Y para el final de la fiesta Lalla y Artaud. Alba, pesebre de incienso y mirra,
arrojarle a Kali, lo único que vale la pena perder, la razón. Subirá como el sándalo, la sangre.
Anne, pegó su nariz detrás del vidrio. ¿O ya se volvió parte de él? Su zarza no arde, brilla.
Sting canta Frágil. Enjoy The Silence, la poesía es un juego peligroso, escribe alegre, sobre una pollera de tulipanes violeta,
un nuevo calendario, Hölderlin.