¿Quién ha extinguido mi Tierra demasiado temprano?
Christine Lavant
hermosura: dar
sufrir: retener
retener hasta madurar,
la iluminación es emocional:
la virgen a los pies del mar, no necesita ser salvada, el mar sí, el mar sí
sufrir no como castigo,
sino como salida de lo que aprisiona en lo mirado sin bondad
la misión del sufrimiento
no necesitarlo.
¿por qué evitarlo o encariñarse entonces?
hospedar
en la propia materia
la tormenta y al que tiembla.
latirlos sin distinción
ser
el rayo que destruye en el mismo instante que ilumina y desaparece
dejando más abierto lo alcanzado
receptividad total, angustia fatal
porque hay rayos que no caen
se erectan
como savia eléctrica desde la tierra
al cielo
estados: pasar de uno a otro
reposo en ese fondo anterior a las palabras,
anterior a mí, anterior a la duda, a mi cuerpo
oscuridad que rasca la cutícula desde adentro como un demonio
ninfa
apacible ninfa
inmersa en el agua
que ahora emerge, pierde el estanque, esqueleto arrugado, estalla ágil
conoce el aire
libélula
de agua a cielo
de hambre a gozo
absolver, disolver en la propia corporalidad
el sufrimiento de la especie: deshelar lo ya vivido
compasión animal por la propia existencia
¿el daño
convertido en gracia?
el mal tiene vocación divina
y quita:
duele también, alivia
eso lastimado es dios evitando que cicatrices del todo animal
de tan polvificante hermosura como escalofriante
derretir primero:
como quien devora de manera sagrativa
realidades protectoras que se volvieron parálisis
charcos de vida sin aliento,
autodestrucción no –o quizá sí–
enmienda.
misericordia.
dejar vivir lo que busca ser vivido por primera vez,
y sólo por primera y única vez
otorgar existencia
destino: ese aflorar de lo que es distinto: gran Misterio dice la mujer medicina, gran Misterio
agrietar la temporalidad
hacer un hueco incómodo en la razón, en el propio cuerpo
y
respirar como un árbol la marea podrida
y mutarla fuego
regarla vida.
terminar con la esperanza idiota.
evasión:
atarse las penas al cuello
y esconder las manos en un rezo sin luz, fatal
esperando no sentir el romperse del viento en la boca
¿es una diosa vengativa la materia?
no
obediente. mansa. transparente.
todos merecemos un
espacio amable para confesarnos
o un poema
me confieso para quitarme del alma las hojas muertas
confesarse
es más que decir, es adelgazar el orgullo hasta matarlo
perdonar la fragilidad de un dios cansado, aburrido
hasta que solo quede
solo quede
el cantar de las mareas
hermosura con la que nada podemos hacer:
nada divinal que nos lleva
de animales a música