La mente de un poeta
¿Qué bloquea el acceso a la fuente de donde emana la preciosa virtud de crear?
¿existe alguna técnica que permita romper esta pared aislante?
la verdad no lo sé y tampoco creo en técnicas
hace unos años escribí «elogio a la fragilidad» un libro híbrido donde
mezclé poesía y ensayo, raro, rarísimo podría decirse para la época
donde los libros eran o de ensayos o de poemas y no una mezcla (al menos en Argentina)
en ese libro abordé los 8 pecados capitales o parásitos mentales
dando mi versión particular de lo que considero que significan,
investigué esta temática muchos años (incluso llegué a dar talleres sobre este tema)
me puse a indagar sobre los bloqueos que puede tener un poeta/escritor
y noté que cada uno de estos parásitos está dialogando permanentemente sin descanso
con la mente de un poeta/escritor nublando, bruleando, distorsionando
no hay nada más viral que una palabra
no hay nada más creativo/destructivo que una idea
no hay nada más poderoso que estar convencido de algo (para bien o para mal)
pero todos sabemos que si creemos mucho en algo
le terminamos dando una forma en el mundo externo
«Si puedes creer, al que cree todo le es posible»
siempre me llamó la atención esta frase (Mateo 9.23)
¿creer en qué?
solo para recordar estos hechizos
Comparto algo acerca de estos parásitos mentales de lo que salió publicado en «elogio a la fragilidad»
veamos cuales son:
Kenodoxia: Cristalización, tan rígido como la muerte misma, busca lo seguro,
no se sale de su zona de confort. Es leal al programa de
inconmovible. Ideales óseos. Radicalismo religioso.
Imposibilidad de abrirse a lo distinto.
“La hiedra se adhiere al árbol y, cuando llega a lo más alto, seca la raíz”
Virtud a cultivar: espontaneidad, gracia.
Uperephania: Compite y se compara,
envidia a los demás, se siente especialmente inferior.
Cree secretamente que vino fallado. Se oculta.
Las dudas los sostienen en una vida monótona,
ya que de esta forma evitan correr riesgos innecesarios,
con lo cual evitan los posibles fracasos y errores a los que tanto temen.
Siente vergüenza, tiene terror de ser humillado por los demás.
Aquí la voz dice: eres un error.
“Un árbol bien plantado no es sacudido
por la violencia de los vientos y la acedia no doblega al alma bien apuntalada”
Virtud a cultivar: gratitud.
Orgé: Es iracundo y atropella sin miramientos a quién se oponga a su voluntad.
Crueldad. Desconexión. Soledad. Se enoja con mucha facilidad.
Urde pensamientos de venganza para intentar encontrar alivio.
“La ira nubla la mente del iracundo”
Virtud a cultivar: compasión, dulzura.
Lupé: Nostalgia, encadenado al pasado, se referencia a él en
un soliloquio obsesivo, añora lo que fue y replica eso de forma automática e inconsciente.
Siempre encuentra un motivo para estar triste. Enganchado a lo que fue, a lo que no fue,
a lo que debería haber dicho o no dicho, divaga en su soledad pretérita
por las distintas posibilidades que podrían haber sido.
Sus emociones se pudren, progresivamente, como el agua estancada.
Vive una vida envejecida. Sus pensamientos se detienen y pudren lo que tocan.
“La tristeza es un gusano del corazón y se come a la madre que lo ha generado”
Virtud a cultivar: aceptación, desapego.
Acedia: Quiere controlarlo todo. Se siente abandonado por dios,
Es adicto a lo que sea. Adora lo complejo.
Descontrola. Considera que la existencia es una mierda
y muy en secreto cree que no hay salida.
Cuando las cosas están tranquilas, desconfía y espera lo peor.
El éxito más grande de este pre-texto es matar o matarse.
Sus pensamientos intentan controlar lo que no pueden. Esta voz inocula el desánimo.
“Voy a explotar como una bomba de butano”
“Una mente sobria se alcanza con una dieta muy magra,
mientras que una vida llena de delicadezas arroja la mente al abismo”
Virtud a cultivar: rendición, creatividad, simpleza.
Philarguria: Acumulación por incertidumbre
y por creer que “tener más” es ser más abundante y próspero.
La avaricia de obtener más y más, para sostenerse dentro de una falsa seguridad y
una falsa felicidad. La búsqueda del placer y la evitación de lo doloroso, en todas sus formas.
Apego. Aferramiento a los objetos, intentar llenar un vacío a través de los mismos, que es imposible de llenar.
“Sacian la garganta las comidas fastuosas y
nutren el gusano de la intemperancia que nunca duerme”
Virtud a cultivar: ecuanimidad, generosidad.
Gastrimargia: Orgullo, sabe más que dios, él es dios. Tiranía.
La soberbia de creer que es el creador de su vida.
Una infección profunda que inocula una independencia que no es tal.
Acá los pensamientos hacen sentir una necesidad de ponerse por encima de de los otros.
Necesita dominar a las personas con las que se vincula.
Juzga a los otros como si él fuera el supremo ser. Elocuencia. Autoritarismo.
Este hechizo es el que más oculta la fragilidad.
“La soberbia es un tumor del alma lleno de pus. Si madura, explotará, emanando un horrible hedor”
Virtud a cultivar: humildad., servicio, liderazgo.
Porneia: Se sacrifica por los demás,
tiene terror de perder a quienes ama. La culpa no lo deja vivir,
ni deja vivir a los otros sus propias vidas.
El discurso de la culpa lo envuelve en un mundo de dificultades, carencias y terrores que
hay que cambiar; su necesidad de manipularlo todo, lo convierte en un ser humano egoísta,
estratégico y calculadoramente invasivo.
El amor distorsionado a la enésima potencia.
Castigo. La voz aquí suscita el estado de autocompasión, de “pobre de mí” y “nadie me ama, estoy sola”.
“No te dejes ni siquiera engañar de aquellas que se sirven de discursos discretos:
en éstas, en efecto, se oculta el maligno veneno de las serpientes.
Virtud a cultivar: alegría, respeto, confianza
Quizás sientas que alguno en particular posee tu mente más que otro.
O sientas una combinación fatal de todos.Tenerlos presente es una manera de decirles: ¡aja te veo!
estás ahí. No sos real.
Están ahí diciéndote que ya es demasiado tarde, que ya hay demasiados poetas,
que si mostrás tu trabajo vas a ser humillada, o algo peor «no mirada»
que si no escribís es por culpa del sistema, de mamá o de la pila de pañales acumulados en la basura,
o que una vez un arrogante te dijo que jamás serías poeta
y ahí quedó el sueño enterrado debajo de unas palabras que si las miras en detalle
lo único que podrían darte es más fuerza para seguir adelante.
Si algo no son estos parasitos, es ser lineales. Sin darnos cuenta los acogemos en nuestras
desiciones, nuestras elecciones, y algo fundamental: los alimentamos cuando hablamos.
La boca les da poder. También se lo quita. Alabado sea el silencio.
Conocer estos diálogos mentales puede ayudar a despejar el cableado que nos conecta
a la otra mente. La mente que no se deja dominar por estos hechizos.
Pueden bloquearnos, pero jamás destruir la arteria que nos conecta a la fuente.
Como dije más arriba no creo en técnicas, pero si considero como dice William Burroughs que
«El lenguaje es un virus». Entonces podemos empezar a revisar nuestros axiomas secretos
esos mensajes que aceptamos y en los que creemos. Esos decires que alimentan un lenguaje.
Lenguaje que después da forma a nuestra realidad.