Del ego a lo divino,
delego a lo divino
“No le pertenece al tiempo lo que tiene alma, y si a algo le pertenezco no es al tiempo sino al alma”
L
Vengo de una familia de mujeres tejedoras, bordadoras y costureras. En mi casa era común ver en la mesa de la cocina el pan casero y la manteca medio derretida, junto a un costurero lleno de hilos de seda de colores muy vivos, puntillas de algodón, botones de todos los tamaños y formas, alfileres y ovillos suaves y peludos, muy perfectamente acomodados uno junto al otro. Todo eso constelando a la vieja pava de cobre con agua caliente y algunas tazas medio llenas de té con leche, humeantes. Así eran los días de mi infancia. Mujeres reunidas hasta altas horas de la noche, tejiendo, bordando y echando costuras entre algunas charlas alegres y otras de silencios calmantes.
Mi mamá usaba mis brazos para ovillar. Me sentaba en una silla de mimbre -en el largo patio de mi casa, debajo de la parra verde inmensa- nos quedábamos durante un buen rato sumergidas en un diálogo silencioso. Yo quieta como un mástil, pero con brazos firmes y flexibles. Ella moviendo sus manos delicadas, de un lado al otro con mucha destreza para desenredar los nudos rebeldes que le ofrecía la nueva madeja. Ambas sabíamos lo que teníamos que hacer; casi sin hablarnos con palabras, surgía espontáneamente, una comunicación intuitiva entre las dos, a través de la madeja.
Los años pasaron y debo decir que no herede ni la habilidad de tejer, ni la de coser, ni la de bordar. Pero cuando llegan los nudos rebeldes a mi vida, me pongo a desmadejarlos con la paciencia de una anciana tejedora, pero en mí se da a través de las palabras, de los silencios y de la poesía que entre ambos me ofrecen. En cada nudo existencial he encontrado una oportunidad de recuperar alma. Así lo vivo ahora. Con una confianza radical.
Fragilidad: cuando el alma nos pesca
Cuando el alma nos encuentra, lo cambia todo. En medio de la fragilidad, el sedal invisible del alma nos retorna a algo esencial, tan esencial que no se deja atrapar por palabras. Me siento un tanto burda y torpe al intentar hablar del alma, pero el amor que irradia es a la vez tan inmensurable como difícil de esquivar. Así que lo voy a dejar salir…
Casi como si fueramos pescados por el destino, nos encontramos a los pies de un nuevo principio. Cuando todo se rompe, cuando se desgarra el corazón, cuando te caes de la torre de lo que crees ser o el nido familiar implosiona, puedes considerar este momento frágil como una desgracia maldita o como una apertura hacia una gracia insospechada o ambas. De la ruptura dolorosa de lo que el ego cree falsamente a la apertura oxigenada de lo que somos; el alma es el vínculo que nos lleva del ego a lo divino. Es la costura invisible e inocente que amalgama cada parte de la creación. Desde la semilla que duerme solitaria debajo del manto endurecido de la tierra hasta la nueva estrella que se enciende en algún lugar distante del brazo de la galaxia. El alma nos mantiene enteros.
¿Y qué será el alma ?
El alma si bien no es la Esencia, es esencial para verla, para despertar a ella. El alma puede estar confundida (perdida) o hechizada. Pero si se la orienta hacia la Esencia ( Origen, Dios, Espíritu o Gran Alma o como te guste llamarlo) ésta despierta del sueño del tiempo, despierta del sueño del yo, despierta del sueño del bien y del mal y recuerda que ningún hechizo, ningún nudo existencial (memorias) puede apagarla, lastimarla o romperla. La orientación elemental del alma está en lo que ama.
Ella es sensibilidad pura y las más intima transparencia. Posee la sensibilidad de observar sin interferir, de sentir sin juzgar. Alice Bailey dice acerca del alma: “El alma está inherentemente libre de los objetos y permanece siempre en estado de unidad”. Cuando alguien pone su alma en lo que hace suele tocar la nuestra. Es muy común decir “ eso me ha llegado al alma”. ¿Por qué?, porque algo en nosotros resuena en lo expresado. Somos eso que se está contando, hablando, pintado, cantando, danzando. El movimiento del alma es inclusivo, creativo y trascendente. A diferencia del ego que excluye para permanecer y controlar, el alma resuena más allá de lo personal, transportandonos a otra consciencia, la consciencia no dual.
Como un hilo…
Como un hilo, el alma va enhebrando las distintas piezas, que pueden aparentemente estar en conflicto o separadas, en un solo y único campo de inteligencia indivisible. Donde nada ni nadie queda excluido. Donde cada parte es una pieza única que le da orden, equilibrio y belleza a la totalidad cohesiva de todo lo que Es. No podemos perder el alma, pero podemos creer que los momentos duros de la existencia pueden quedarse con cachitos de ella y andar por ahí como madejas enredadas o sintiendo un agujero irreparable en el pecho. Cuando esto ocurra, presta atención a lo que tiene alma. Ella te mostrara el camino. Confía. Te lo prometo.
Poesía que cura.
Ahora los dejo en manos de Alejandra Baldrich y su poema “Lo sutil”.
Alejandra ilumina con su alma la nuestra. Para una lectura que te acerque más a ella podes escuchar la canción Gladiator – Now We Are Free que me sugirió para acompañar sus palabras.
Ya casi vacía de miradas
Ya casi libre de cadenas
Me encontré desnuda de basuras
Con mi alma frente a mi en la arena
Ya buscando en otros cielos
Sin tanto ruido en mi discurso
sabiendo que es reflejo lo que acuso
cuando no acepto lo que vivo
Caí dormida en el ensueño
Ese día bendecido
sabiendo que mi alma estaba conmigo
y yo me estaba pariendo
Porque ya no necesito mas mis ojos
ella me habla con el cuerpo
Me muestra con dolor y éxtasis
el sendero que va delante mio.
Esa tarde ardiente, mi mente dejó de defenderse
Y de adentro hacia afuera yo estallé en mil flores
Alma sabia e ignorada. Alma eterna e inmensa
Me mostró mis dones y mi fuerza
Cuando dejé de sentir miedo.
Alejandra Baldrich
Lorena Ciocale
Continuará…