Skip to main content

La aquilea, cuando se moja a la hora emplumada del crepúsculo,

crea gatas de azulado metal.

Así he oído decir a las mujeres rostro de azafrán que tejían

con manos cubiertas de espinas y restos de salmón, el dorado filo de cada mañana.

Y sé, sé que vivo, porque las sigo escuchando detrás del imperio digital del ruido.

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.