Estamos tan apoyados en la mente relativa o dual, que alguien sugiere que el cuerpo es irreal, que comenzamos a despreciarlo y a balbucear como amebas que «el cuerpo no existe». Después sale «otro» a decir que tener cuerpo es la octava maravilla del universo y salimos todos a cuidarlo identificándonos más con él.
¿Dónde queda el discernir?
¿Por qué nos cuesta tanto la integración?
¿Porqué seguimos separando?
Hay un matrimonio – vinculo- que no puede ser separado, como transmite el Sütra del Corazón: la forma es vacío, el vacío es forma.
Entonces la pregunta no es «quién soy» es, qué soy?