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Hace veinte minutos que comenzó
oficialmente la primavera.

¿Hay un lugar dónde termina el frío y comienzan las flores?

El aire de mi casa se llenó
de un olor a miel blanca, y un súbito deseo —que no sé comprender —encendió mis tobillos.
Debajo de mis pies, había seres comenzando a bucear en la hiedra de las ninfas.

Los malvones han enrojecido y los samohu abrieron sus carnales capullos rosados, haciendo que la ciudad
quede inmersa en un desfile de fantasmas de seda.

Hoy la luz ha cambiado,
¿lo habías notado?

Le ofrezco al tilo, el lugar roto de mi cuerpo, para  florecer.

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